martes, 23 de abril de 2013

Posesión infernal (Evil Dead)


Fuimos el otro día a ver el remake de Posesión Infernal (Evid Dead como título original), de Féde Álvarez, sin saber muy bien qué me iba a encontrar. Por un lado, la posibilidad de encontrarme ante una nueva decepción con un filme que, bien repitiendo la película original, bien dándole una nueva visión, lo hace de manera sonrojante. Por otro, un remake que, sin ser la bomba, rebomba, fuese una película correcta que deja una buena sensación al salir de la sala. Lo que no me esperaba era encontrarme con una película que, manteniéndose fiel a la original, le otorga una visión personal y, además, lo hace de una manera tan digna que, sin duda, deja muy buen sabor de boca., superando así las expectativas que me había creado antes de su visionado. Creo que el director era consciente de la dificultad que supone revisar una película de culto y, con tan ardua tarea, convencer, tanto a quienes tantas veces han disfrutado con su visionado, como a quienes se enfrentan por primera vez a una posesión infernal.

Comienza la película con un prólogo bastante prescindible, que no aporta nada y que, además, en mi caso, produce cierta sensación de haber hecho una mala elección. Quizás, era la manera de buscar el distanciamiento de la nueva Evil Dead con respecto a aquella de 1981. Aunque, sinceramente, esto ya puede apreciarse con los primeros compases de la película, dejando claro que la estancia del grupo de jóvenes en la cabaña, así como su permanencia en ella (a pesar de lo que comienza a suceder), tiene una razón de ser. Este es uno de los puntos que ya marcan considerablemente esta revisión de Evil Dead: se aleja de lo más paródico de la primera y, sobre todo, segunda película de la saga de Sam Raimi, para darle una visión más seria. Intenta darle más profundidad a los personajes y, sobre todo, darle un sentido no sólo a la estancia en la cabaña, sino a la explicación, por parte del resto del grupo, de los síntomas que empiezan a aflorar a la poseída protagonista. En parte, esto es un punto positivo para esta revisión de Posesión infernal. Si bien, no termina de cuajar del todo y queda como algo puramente anecdótico a ojos del público espectador. No obstante, en este aspecto, sorprenderá a quienes critican la estupidez de la película de 1981.

Seguidamente, con numerosos guiños a Evil Dead I y II, el filme continua con paso firme entre la agobiante atmósfera, las posesiones, la acumulada tensión y ciertos momentos gore, donde destacan los desmembramientos y la sangre a cascoporro, que nos llevarán desde la repugnancia hasta las carcajadas por la desmesura de las escenas. Éste, sin duda, es otro de los puntos fuertes del filme, la potente y diestra revisión del filme original, al tiempo que actualiza aquellos efectos especiales de las películas de Sam Raimi que ya habían quedado un poquito desfasados con el paso del tiempo. Y lo hace, cosa de agradecer, utilizando maquillaje y los “viejos trucos de escuela”, sin esos malditos efectos digitales generados a través de computadoras, que tan irreales se aprecian al visionar las películas.

Desgraciadamente, el final de la película cae en un pequeño despropósito bastante absurdo e ilógico que, afortunadamente, queda diluido por el diluvio de sangre (y no me refiero sólo a la lluvia), que inunda la pantalla.

Definitivamente, con sus defectos y virtudes, nos encontramos ante un remake que al partir del respeto a la obra original y, por ello, siendo fiel al espíritu de ese gran clásico cinematográfico, toma su propio camino y adquiere un carácter propio que no dejará indiferente a nadie. Siendo así de fascinante el estreno de Féde Álvarez en el largometraje (hasta la fecha había dirigido cortos), la cosa promete...

Por cierto, debido a la extraña tradición en España de levantarse y marcharse de la sala al aparecer las primeras letras de los créditos finales, más de una persona se perderá el homenaje a Evil Dead y el cameo de Bruce Campbell. Quizás, también se echa de menos al carismático personaje de Ash; pero, no se puede tener todo.

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