miércoles, 21 de marzo de 2012

Vacaciones de verano: San Agustín

 En la Mesita B del Parque arqueológico de San Agustín

La visita a San Agustín, tirando hacia el Sur de Colombia y condicionando el itinerario global del viaje, se debía a una cabezonería mía. Había dado esta cultura cuando realicé Historia del Arte y, en este segundo viaje a mis queridas tierras, no podía dejar pasar la oportunidad. Tenía que presenciar in situ aquellos vestigios del Período Clásico Regional (Siglo I d. C. – Siglo IX d. C.), pertenecientes a comunidades concentradas alrededor de centros ceremoniales, en donde se erigían montículos funerarios que encerraban tumbas monumentales, precedidos por estatuas dedicadas a individuos de gran importancia. Marta comprendía ese interés mío, ese gusanillo que se desplazaba por mi interior y que llevaba a mi mente a esa cultura llena de incógnitas que nos esperaba en el departamento de Huila. Sólo quedaba, entonces, saber que orden llevaríamos en nuestro periplo. Finalmente, éste sería nuestro primer destino.

Frente a la fuente de Lavapatas (San Agustín)

La propuesta era amanecer temprano, pero sin pasarse, para aprovechar el día. Así que, a las 07.00 horas sonaba el despertador y nos poníamos en marcha. Tras el taxi hasta la terminal y la buseta hasta San Agustín, descendíamos con ganas de papear. En la esquina, un bar nos llamó la atención. Desayunamos unos huevos pericos acompañados de un tintico de sabor bien dulzón, una sabia elección culinaria para tomar energías…

Desde la mismita puerta, un colectivo nos llevó al Parque Arqueológico de San Agustín. El tiquete cuesta 10.000 COL y, para nuestra desgracia, no quedaba ni un solo catálogo a la venta.

Bosque de las estatuas

Nos adentramos, en primer lugar, por El Bosque de las estatuas. Un sendero sinuoso discurre entre un intenso arbolado que esconde, entre un intenso juego de luces y las sombras, treinta y cinco estatuas de aquella cultura de la que aún se desconoce su nombre. El juego de luces entre el follaje, las impresionantes estatuas, la imponente vegetación, ya nos había atrapado.
Frente a la estatua coronada con el arcoíris

Destaca, por un lado, una estatua que presenta las manos dobladas sobre el pecho y éstas sostienen, de la cola y de la cabeza, una serpiente enrollada que podría ser interpretada como una Divinidad de las lluvias o como la representación de un sacerdote o mago de la tribu en el momento de invocar el espíritu de la deidad para que se pronuncie en favor del campo o de las cosechas. Por otro, aquella que posee un arcoíris en su tocado, también como posible alusión a la lluvia.
Impresionante juego de luces y sombras debido a la espesura de la vegetación

Llegaba la hora de visitar el Parque Arqueológico de San Agustín. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995, se trata del parque estatuario más grande de la América precolombina. En el complejo arqueológico se pueden ver montículos, tumbas con dólmenes, sarcófagos, lajas con pinturas y estatuas talladas en piedra. En canto a las formas de enterramiento, son muy variables, principalmente en Mesitas, construcciones con cámaras y pasillo subterráneo que contienen una gran estatua de piedra. A pesar de presentar diferentes características, se han agrupado de la siguiente forma: estatuas aplanadas, elaboradas sobre un bloque de corte elíptico; estatuas columnares, presentan un pequeño cuerpo cilíndrico con cabeza redondeada; estatuas de bulto o tridimensionales, dentro de esta categoría entran subtipos como cabezas aisladas, con alter-ego, etc.; relieves sobre losas alargadas, pueden servir para cubrir cistas o para permanecer en pie; esculturas sobre peñascos.

Mesita A

Justo antes de iniciar el recorrido aparece Humberto, quien nos “convence” para realizar la visita guiada junto a dos quillas colombianas (madre e hija), razón por la que nos saldrá más barata. Humberto es todo un personaje que mezcla las explicaciones con esoterismo, energías y demás ocurrencias que tiene, incluidos los cuentos (chistes).

 
Mesita A: Se puede apreciar el denominado "doble yo" sobre los guerreros

El recorrido por las “Mesitas” es impresionante. Las estatuas, pero también el enclave donde está ubicado el parque, nos dejan fascinados. Nos resulta realmente extraño que este lugar no sea tan conocido en España (por poner un ejemplo), siendo tan hermoso y, además, Patrimonio de la Humanidad.

Mesita B: Destacan los rasgos felinos de la figura central

La frecuencia de la representación de la boca felina en la mayor parte de las esculturas, es indicativa del culto al jaguar, que parece ser uno de los más antiguos y generalizados entre los pueblos que vivían en la zona andina y que aún persiste en las poblaciones aborígenes que moran en la selva amazónica. Se distingue por su boca feroz, asociada al felino; es masculina y domina o se apropia de otros símbolos: agarra cabezas trofeo, serpientes, pescados, monos fálicos y niños. Es fundamentalmente antropomorfa, aunque tiene rasgos formales de animales como el caimán y el murciélago.

Mesita B: Famosa escultura de un águila con la serpiente en el pico

Los techos de los grandes sepulcros en las Mesitas A y B están sujetos por estatuas de guerreros. Van adornados con diademas y llevan armas o mazas cortas. Sobre éstos, un ser mítico que se conoce como "el doble yo". Este personaje tiene el rasgo felino (boca) y el cuerpo de serpiente; es representado de manera dual (doble cuerpo con sus respectivas cabezas integradas en un extremo a la cabeza felina frontal. Esta terminación como serpientes crestadas pueden hacer referencia, al igual que ocurre en otras esculturas de Mesoamérica, a Quetzalcóatl, la serpiente emplumada que es considerada junto a Tezcatlipoca el dios principal del panteón precolombino.
Mesita B: Representación de un parto. ¡Impresionante!

De camino a la fuente de Lavapatas, se encuentra la llamada "rana de Codazzi", labrada en un bloque en las faldas de la montaña.

Mesita C: Estatua cuya cara está realizada a través de dos águilas enfrentadas

Como ya hemos visto, la serpiente ocupa también un papel preponderante en las representaciones escultóricas de San Agustín y en la fuente ceremonial de Lavapatas.

Fuente de Lavapatas

Finaliza la visita en el Alto de Lavapatas, donde Humberto nos dirige en unos ejercicios de relajación, entrando en conexión con nuestro cuerpo, con las energías y con la Pachamama.

Alto de Lavapatas

Pero, antes de abandonar el parque, no podemos irnos sin probar (por primera vez) el guarapo, realizado de manera artesana por una mujer que regenta un chiringo.

Guarapito artesanal ¡Yuuuum!

Después de visitar el museo, marchamos al colectivo que nos llevará de nuevo a San Agustín. Es hora de almorzar. Elegimos un hotel-restaurante cuyo comedor es un patio colonial. Nos decantamos por dos pescados típicos: bagre y mojarra.

Terminado el tintico de rigor, volvemos a Pitalito, en esta ocasión, en la parte trasera de una especie de ranchera acompañados de unos cuantos sacos de comida para pollos. Llegamos realmente cansados. Apenas nos da para dar un paseíto, comprar agujas e hilo, descubrir ¡por fin! cómo poder llamar a España “00534” y tomar una copiosa cena.

De regreso, en la ranchera, apoyados en los sacos de comida para pollos
Información extraída de:
ArteHistoria

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