martes, 14 de septiembre de 2010

De interrumpir... o no

Iba leyendo en el autobús. El asiento de mi lado estaba libre. Cada vez subía más gente y se iba llenando. Finalmente, una quillita se sentó a mí lado. Estaba en la página 256...

- "Perdona... ¿Cuál es el título del libro?"

Levanté la vista, la miré y giré los ojos hacia el libro que llevaba en mis manos. Entorné sus páginas para dejar la portada visible y que pudiera leer el título.

- "Gracias... Lo siento, pero no he podido evitar leer la página en la que estabas y me parecía interesante".

- "Ah. No pasa nada... La verdad es que está muy bien... Fíjate. Yo me iba a comprar otro libro de este autor. Lo había visto por Portugal y me apunté el título. Pero, al llegar a España no lo encontré. En una tienda, vi que tenían este otro, del mismo autor, así que me lo llevé. Y me está gustando mucho. Es muy interesante."

- "Creo que lo voy a buscar y me lo voy a leer. Es que me estaba gustando lo que leía. ¡Uys! Oye, perdona por haberte interrumpido..."

- "Por cierto. ¿Este autobús pasa por El Coso?"

- "Sí. ¿A dónde vas?"

- "Na', por la Magdalena. Sabes lo que pasa, que como voy siempre en bici, no me sé muy bien por donde van algunos buses"

- "Éste, para aquí y, luego, un poco más delante"

- "Encantado de conocerte".

- "Igualmente"

Tomé mis cosas, me cedió el paso y nos despedimos. Descendí del autobús y caminé pensativo. - "Perdón por interrumpirte..." Pensé. - "Ojalá interrumpiese más la gente para hablar de un libro... como si eso fuese interrumpir... con lo guais que está conversar con las personas...". Y así, con mi cabezota ocupada por los pensamientos, fui callejeando hasta llegar a mi destino.

Un placer hablar con vos, quillita

3 comentarios:

Sally dijo...

A mí me encantan las abuelas que te cuentan su vida. Ya sé que resulta absurdo pero me parecen entrañables aunque a veces no se callen ni debajo del agua.

Anónimo dijo...

Bueno, pero te has dejado por decir el título del libro ¡o por lo menos el autor! Un saludo.Isaac.

closada dijo...

Pues sí, Sally, hay veces que esas abueletas son entrañables. Pero a mí, las que no se callan... Bueno, depende del día, jejeje.

Isaac, que casualidad verte ayer. Como te señalé, ya aparecerá por acá más adelante.

Besicos ininterrumpidos