sábado, 16 de mayo de 2009

Esos seres verdes...

Se habían marchado ya todos/as los/as niños/as de El Dado. La evaluación estaba realizada. Tomé el móvil entre mis manos y vi unas llamadas perdidas. Eran de de dos personas de grupos de compinches dispares, pero con un amigo común como punto de conexión. Un mal presagio me vino a la cabeza. Telefoneé. Estaba en lo cierto. Tomé mis enseres y me despedí de mis compañeros, presuroso de coger, cuanto antes, un taxi.

Miraba por la ventanilla y me vino a la cabeza la primera o segunda vez que lo vi. Me acerqué a su mesa con una "suela de jamón".

- "Llévasela a mi padre, que le invito yo"

Me acerqué. La deposité en la mesa y él me preguntó:

- "¿Y esto?"

- "No sé, me lo han dicho los seres verdes que tengo encima de la cabeza".

Allá, en ese mismito momento, me convertí en "ese amigo tuyo loco que trabaja contigo". Luego, cada vez que nos encontrábamos, las risas salían con fuerza, alborotadoras ellas, en un histriónico sonido que despertaba hasta a los más borrachines del lugar.

Recordé aquellos momentos, ese primer encuentro y todas esas posteriores risas; mas, esta vez no me salió ni una mínima sonrisa...

Recordé aquellos momentos de abrazos, de calurosos saludos y de anécdotas divertidas que nos transmitían hilaridad continua. Mas, esta vez, tan sólo las calles, al otro lado de la ventanilla, quedaban detrás de mi vista...

Hasta siempre, amigo.

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