martes, 27 de enero de 2009

Fredy... y la fábrica de chocolate


Marta me hizo una sorpresa el Domingo. Vino a buscarme al trabajo y me hizo entrega de un pequeño paquetito. En su interior, había un pequeño osito al que, obviamente, había que ponerle un nombre. Decidí que se llamaría Fredy. Con él, Marta y Cuco, marché hasta el hogar de carmeneta para tenber otra sesión dominguera cinematográfica. Allí, conocí a ¿Sergio? y ¿? ¡Qué malo soy para los nombres, carajo! Tras mis idas de perola en la cena y mis extrañas conversaciones con Fredy, creo que se llevaron una muy buena imagen de mí... ¡ejem! (Dos más que piensan que estoy mal de la azotea, jajajaja).

Ayer, Lunes, tocaba SOS Racismo. Como no, Fredy vino con nosotros. Volvíamos a realizar el visionado de Charlie y la Fábrica de chocolate y a preguntar ciertas cosillas sobre las escenas proyectadas. Fredy también participaba. Animaba a los/as niños/as, se les acercaba para felicitarles u otorgarles su simpatía, les hacía "granujadas"... En esta ocasión, había sido muy distinto. Marta y yo tenemos ya esa complicidad que no teníamos aquel primer día en que coincidíamos en una clase; los/as quillitos/as de las aulas son más callados y, al mismo tiempo, participativos; las tutoras están más implicadas... Y eso se nota. Nos alegra, estamos más risueños, podemos elaborar más los contenidos y explicarlos sin interrupciones. Pasa el día y, casi, casi, deseamos que vuelva a ser Lunes y disfrutar de esas horitas tan agradables.

Marta me dijo una cosa súper bonita: "Ojalá, hubiera tenido algún profesor como tú. No sé hasta dónde habría llegado..." Y a mí, me encanta tenerla de compañera, porque teniéndola a mi vera, allá, con los/as chiquiticuates (a quienes se les nota que disfrutan), con las bromas, las enseñanzas, la ilusión que transmitimos, no sé hasta dónde carajo vamos a llegar...

1 comentario:

Bellota dijo...

Te aseguro por experiencia que esos profesores marcan para toda la vida. Recuerdo el primer año de cole, teníamos a don Pascual, que nos enseñaba el abecedario y los números con Triki, el monstruo de las galletas. Él se escodía detrás de un armario y era Triki el que saliendo por arriba nos hablaba... Es el profesor que recuerdo con más cariño, aunque ya hallan pasado veinti piiii años.