jueves, 17 de mayo de 2007

La maldicion de la flor dorada


Acabo de salir del cinema: La maldición de la Flor Dorada, de Zhang Yimou. Sí, mis cuates, el mismito director de Hero y La Casa de las Dagas Voladoras. Sin llegar a la calidad de Hero, sí que está por encima de la segunda. Una película llena de color, de pequeños detalles, de una gran belleza visual. Allí tenía, delante de mí, otra conspiración contra el emperador que engancha e, incluso, te pone en tensión. Leí no sé donde que el guión era flojo; bueno, no creo que lo sea tanto, de verdad. Para mí que, ese día, el crítico o no había dormido o se había levantado con el pie izquierdo.

Estaba en casa y, como buen seguidor del “fúrgol”, opté por ir al cine. Cogí mi velocípedo y me senté en la butaca. Nadie a mi izquierda, tampoco a la derecha. En la sala, cuatro gatos (faltaba hasta el de la guitarra), y eso que es día del espectador. Al terminar la película, decidí que hoy era noche para irme a las tres luces. Así que aquí estoy, en medio de ellas, tecleando mi computadora mientras el sueño empieza a apoderarse de mí.

Perdí mi móvil y tuve que coger uno que tenía por casa. Mala vaina esa, quillos/as. En él mensajes que envié hace un año. Hoy busqué entre los documentos del trabajo, perdidos ellos entre cajones, estanterías, la mesa donde trabajo… Y, entre ellos, un calendario. Seguí buscando y aparecieron papeles: unos viajaron conmigo, otros fueron leídos en esta misma estancia.

Leí Iurreta, casualmente donde estuve el Viernes y Sábado. Casualidades de la vida, era una noticia: “Sede del PSOE incendiada en esa pequeña localidad”. Que raro es el mundo.


“X, no puedo vivir en un mundo así. Por eso doy media vuelta. Si no puedo actuar, salvarles, luchar contra la crueldad del mundo, tengo que dar media vuelta y vivir en otro mundo”.

ANAÏS NIN, Diario II (1934 – 1939)

Esta mañana caminé mucho fuera de Zaragoza. Vi un montón de clubs de alterne. Yo ni sabía que existían; es más, ni me hubiera imaginado que allí había tantos. En sus fachadas, los hay de todos los colores: violetas, verdes, blancos (aunque no sea un color), grisáceos… uno seguido de otro. Y yo caminando entre medio. Pero fui más allá, y volví con la sensación de que anduve en vano.

Por la tarde, a parte de dedicarla por completo a mis estudios, realicé un fondo de escritorio de lo más chévere. Y, de repente, me vino a la cabeza lo que tenía que buscar… ¡Y lo encontré! Sí, sí, sí, de estar delante de mí, pasará a estar sobre mí. Pero lo hará con colorido, pues así fue concebido.

Con todos/as ustedes, mientras suena en mi cadena… ¡Panteón Rococó!:

Cuántas veces me mirabas sin ponerte a pensar
Cuántas veces yo soñaba con tu cuerpo acariciar
Cuántas veces tus manos y mis manos fueron cómplices de piel
Cuántas veces nos miramos nos tocamos hasta el amanecer
Y el tiempo pasó y todo cambió
Y el tiempo pasó y todo acabó
Y esta noche va este trago por ti
Esta noche quisiera estuvieras aquí
Cuántas veces te besaba y comenzabas a volar
Qué me dices de esos días, no parábamos de amar
Cuántas cosas se nos fueron de las manos sin pensarlo y sin querer
Y ese tiempo tan bueno que pasamos que jamás podrá volver
Cuántas veces te pedí que te olvidaras de las cosas del ayer
Cuántas veces me pediste respetar tu manera de ser
Cuántas veces nos hemos ofendido y otras tantas gritarnos al oído
Cuántas veces nos hemos enfrentado y el amor se quedo de lado
Y el tiempo pasó y todo cambió
Y el tiempo pasó y todo acabó
Y dejamos pasar nuestros momentos y cansados no hicimos el intento
De salvar lo que juntos construimos los momentos que día con día vivimos
Y fumando aquí muy lejos de ti
Dando tiempo que se me curen las heridas
Y sentado aquí en la estación
La añoranza tuya atada a esta canción
Con tanto tiempo
Desperdiciado
Tantos reproches
Tanto arrebato
Y esta noche, tan sólo esta noche
Y esta noche yo quisiera hoy brindar por ti

Esta tarde compartimos minutos, mas no fue como antes. Que raro es el mundo. Esta tarde compartimos segundos, y es como era antes. Que raro es el mundo. Esta tarde apenas nos vimos, más fue como es siempre. Así es este mundo. Esta noche fui al cinema, Clavell Morenet, qué raro es el mundo. Y ya ves, casualidades de la vida, cuánto se parece a aquella frase escrita a mano que quedó esperando. Primero el papel, después la llamada. Seguido, los pasos, y, previo, la tinta. Detrás, la ilusión de hablar bajo el cielo. Baila reggae, que yo tendré cumbia.

Dulces sueños

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