martes, 14 de noviembre de 2006

Lunes para punkies. Dos películas maravillosas.

Lunes. En teoría día de estudio intensivo. Mas, como no, mi vida vuelve a prepararme otro de esos días en que hay que adaptarse a los nuevos planes que van surgiendo.

Por la mañanita, con Javi. Me pide ayuda y yo, como no, se la concedo gustoso. Llevamos un cuadro grandote del carajo a la Delegación del Gobierno. Bueno, creo que se me ha alargado el brazo diez centímetros. Tomamos algo juntos: una mini hamburguesa con una cañita with limón. Y, de repente, aparece Lidia, que va a ir a mi casa a tomar un café. Pues, como no, Javi y yo nos apuntamos.

Mi casa. Asun, Conchi, Mamen, Lorenita, Lidia, Javi y yo. ¿Un lunes a las 12 de la matin tanta gente joven junta y sin hacer nada? Algo funciona mal, algo funciona mal ¿O quizás demasiado bien?

La tarde está perdida. Inauguro este blog, y entre cambios, diseño y demás pues se me hacen las seis. Bueno, aún puedo estudiar dos horillas. Pues sí, soy aplicado y me meto en la biblioteca.

Es hora de irse. Cinefrancia nos espera: Les anges exterminateurs. Comienza tarde, cosa que ya me jode en demasía. La película: según el director una visión sobre las fantasías sexuales de las mujeres. El film en sí, no está mal del todo. Una película correcta, sin más. Vamos, que le iba a poner hasta un 3 en la escala del 1 al 5 (un aprobadillo, por no ser muy riguroso). Sin embargo, después del tiempo de preguntas, mi puntuación bajó al 2. “Cate”, “cate”. Excesivo apoyo por parte del director en el tema del tabú. “Mi película no pretende ser transgresora, sólo intento tratar algo que se hace todos los días... patatín, patatán” Y, como no, “es un tema tabú en la sociedad”. Puag, me río yo de que sea un tema tabú. Quillo, que no estamos en los 80’. Después de ver la soporífera 9 songs, película mediocre donde las haya (estuve a puntito de irme de la sala), creo que, en cine, ya no puede “alarmarnos” nada. Interpretación mía: el director no quiere una cinta polémica, ni transgresora, sino tratar el tema sin tapujos; pero, que carajo, se apoya precisamente en eso todo el rato para defender su proyecto, en ese tabú social que según él predomina en estos momentos. Y ya sabe que creará polémica (o al menos eso espera él), lo que le dará publicidad (sea buena o mala) y, por tanto, llevará al espectador a las salas. Como digo, es una interpretación mía.

Comparto la idea de Javi: la visión es totalmente masculina y, al final, el director es castrado, sólo por voyeur ¡Hay que joderse! Vaya manera más facilona de redimir sus “pecados”. A parte, cae en una pedantería de lo más superflua con una voz en off que narra toda clase de memeces. De verdad, se podría centrar más en hacer una película buena que en sus pajas mentales freudianas. Tanto psicoanálisis va a acabar conmigo ¡Freud era un tarado, coñe! Y lo lamentable es que aún siga influyendo tanto…

Vinito al lado de casa. Engañamos a Javi. Subimos al hogar y vemos… El Código Da Vinci. Mala es poco. Bueno, la película cae en toda clase de tópicos audio visuales. Los diálogos rozan el esperpento, con conversaciones y afirmaciones que llevan a la desesperación. Quizás, como comedia, valga la pena, jejejé. Lo mejor: Tom Hanks mirando como hacía Emilio Aragón en Médico de familia cuando estaba triste o pensativo. No me he leído el libro; pero, después de ver la película y de que Javi me contase cosas que en él aparecen, se me han ido todas las ganas, porque sé que lo dejaré a mitad. Bueno, o quizás se pueda leer sólo para poder arremeter contra toda esa literatura “de tres al cuarto” que, con sus conspiraciones mundiales, abren la panacea de lo desconocido de una manera absurda y con pruebas de colegial quisquilloso.
Decido meterme en política. Llego al poder, con toda esa radicalidad que en mí pone la gente. Después de una quema, cambiada posteriormente a un prólogo, sólo en busca de salvar a la humanidad de tanta majadería, llego a la conclusión de que, en esa supuesta nueva época, Platón es el primer punkie. Pero, bueno, eso es otra historia acontecida en mi alocada cabeza. ¡Platón era un tarado, coñe! Y la pena es que aún siga influyendo tanto… Eso sí, como literato era la hostia, que conste

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