domingo, 19 de noviembre de 2006

Indigènes, Las horas y Muerte en Venecia.


Un día más a Cinefrancia. En esta ocasión, Indigènes, una película situada en 1943-44. Durante la guerra, aún sin haber pisado suelo francés, Saïd, Abdelkader, Messaoud y Yassir, como otros 130.000 “Indígenas” se alistan al ejército galo para liberar a la “Madre Patria” del enemigo nazi. Héroes olvidados por la historia, vencedores en Italia, en la Provenza y en los Vosgos, que, sin ayuda alguna, defendieron un pueblo de Alsacia del asalto de un batallón alemán.
Sí, por fin una película buena. Se acabó la mala racha cinematográfica ¡Yiha! Bueno, bueno, voy a tocar madera, jejejejé. Una película bélica donde la guerra sirve de contexto para analizar la discriminación y el olvido a que fueron sometidos los musulmanes de las colonias que fueron a luchar por La France. Si la estrenan allá donde viváis, no sería mala idea que fuerais a verla. Sin grandes artificios (no se deja llevar por un inconmensurable despiporre de efectos especiales), es una película directa y que se hace cercana.

Me acabo de levantar después de una noche de currele en el Calaveras y Diablillos. Como de costumbre, un poco de reggae, de rumbitas, de sonidos cumbianderos, de pachanka, de ragga… Y así, hasta las 4.30 de la madrugada. Estamos en forma, quillos/as. Y más si te pones a escuchar, mientras redactas, al fabuloso saxofonista Archie Shepp. ¡Este jazz loco me pone!

Ayer por la tarde, vi Las horas. ¡Tachán! Segunda película seguida que me gusta. Menos mal. La verdad es que me gustó, a pesar de que (y es que mi compi de piso, la Conchi no ve las pelis con subtítulos), la tuve que ver doblada. No sé como la gente prefiere ver los filmes doblados en lugar de en V.O.S.E. Anda que no hay diferencia. Para empezar, a los actores sólo los ves gesticular, no sabes como se expresan con el lenguaje oral. Y, yo lo siento, pero se me hace raro ver, por ejemplo, a un montón de chinos hablando a todos en castellano. Que le voy a hacer… De todas maneras, haced una prueba: poneos dos películas de Antonio Banderas: una grabada en España y otra fuera (de las primeras que rodase en el extranjero). Bien ¿notáis alguna diferencia? Pues claro, carajo, porque él no es actor de doblaje.
¿De que estaba hablando? Ah, sí, de Las Horas. Pues bien, siempre me habían hablado bien de esta película, así que tras la interminable insistencia de Conchi para verla ayer por la tarde, accedí a su petición. Salí de casa con la satisfacción de haberla visto, con la alegría de haber visualizado otra película que pudiese recomendar.

Me acerqué a la Filmoteca. Allí había quedado con José Oscar. El Sábado me deparaba mi segunda sesión cinematográfica: Muerte en Venecia. Esta vez sí, los subtítulos aparecían ante mí como una salvación, pues no hubiera concebido ver esta película doblada, ¡buf! Que puedo decir: pues que esta película hay que verla, y ya está. El señor Visconti es un cabrón. Si quiere deleitarnos con la belleza, lo consigue de sobras. Es un continuo poema visual. Encuadres en los que cada cosa está en su sitio para una película que discurre en su mayor parte del tiempo sólo con imágenes y música, y en la que los diálogos son escasos. Ya sabéis, algún día nos volverán a deleitar en la tele con esta película (creo que la emitieron no hace mucho), allá, sobre las 3 de la madrugada en La 2, jejejé.

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